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Los ligamentos de Ana
2015-04-20

Como algunos amigos ya se enteraron, el viernes en la mañana bajé para dar su pago a nuestro vecino don Anastasio, que ahora nos apoya barriendo el callejón dos veces a la semana.  Sonsamente tomé un atajo, resbalé, caí.  En el momento de caer, entre escuché y sentí algo que se tronó en mi tobillo derecho.  Pensé: caray, a lo mejor se me ha roto un ligamento.  

Resumidos cuentos: apliqué hielo y tomé ibuprofeno, mi fiel asistente de producción me sacó cita con el más recomendado traumatólogo de acá. En la tarde-noche, con el hinchazón en el tobillo ahora tamaño pelotita de golf, fui con el doctor, quien me recetó una radiografía para descartar la posibilidad de una mini fractura en el tobillo.  Me citó de nuevo la siguiente mañana para determinar qué sería el tratamiento.  Así que la mañana de ayer volví. 

Y sí: de los tres ligamentos que tenemos en la faz exterior del tobillo, yo logré hacer un esguince de segundo grado en dos.  El doctor observó que en ese tobillo hay una suerte de lesión crónica: Se ha lastimado antes, mínimo dos veces, me dijo, ¿porqué no me lo comentó cuando le pregunté de su historia?  Emmm, yo trastabillé,  honestamente lo olvidé, supongo que porque nunca llegó a másPero es progresiva esta lesión, dice el doctor, su tobillo ahora tiene un problema estructural, está cada vez más inestable y proclive a colapsar.  Aggghhh.

En efecto, hay dos opciones para tratamiento.  Primera: inmovilizar la articulación (hay tres maneras de hacerlo dependiendo la severidad de la situación); reposo total durante tres a cuatro semanas; fisioterapia.  Con esta opción esos dos ligamentos se sanarán pero nunca estarán del todo bien: o sea, se habrá detenido esa lesión crónica pero no se habrá reparado. Significa que durante todo el resto de mi vida tendré que preocuparme por esa articulación y andar con cautela, ese tipo de cautela que para mí, al menos, casi puede causar más accidentes.  Muy probablemente no volvería a correr, ni brincar en mis clases de danza. 

Segunda opción. Dice el doctor: si usted tuviera veinte años menos, considerando su nivel de actividad física yo recomendaría sin titubeos que se operara.  Ah-JA, digo yo, platícame de esta opción por favor.  Pues resulta que es un procedimiento de lo más sencillo.  La operación en sí dura unos 30 minutos.  Se abre la piel, se cose el ligamento, se cierra, se pone una vendaje especial (llamado Vendaje Robert Jones, por cierto, y la historia de este señor médico es en verdad fascinante, fue un tipazo que además inventó ortopedia pediátrica); reposo total durante tres a cuatro semanas; fisioterapia y ¡colorín colorado!  O sea, el tiempo de recuperación es igual. Y ahora cosido y reparado, el ligamento sí que será como nuevecito.  Vale, nuevecito como de una chava de 25 años no lo será; pero para mis años y mi considerable nivel de actividad  será como nuevo.  Se utiliza anestesia epidural, que me dicen es la octava maravilla. Pues allí estoy sopesando todo, y digo al doctor como pensando en voz alta, Pues todavía no he caminado a Santiago de Compostela y ni bien salen las palabras de mi boca que me doy cuenta de que he decidido; y digo: Yo opto por la cirugía.

Lo haremos este martes 22.  Ténganme en sus pensamientos mis queridos …

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